jueves, 4 de agosto de 2016

El tutor, familia e Institución


Hay personas que trabajan para transformarse a sí mismos. Sin embargo, en el día a día hacemos nuestro arte para transformar a otros. Buscamos hacerlos más felices, más comprendidos y nos sentimos verdaderamente útiles.

El trabajo del tutor es muy intenso, que debemos hacer con mucho optimismo. Los tutores tenemos la posibilidad de mejorar las cosas, de hacer que las personas cambien poco a poco, de ayudar a construir los pilares de buenos alumnos para el futuro.

El optimismo es el rasgo más importante del ser humano, porque nos permite desarrollar nuestras ideas, mejorar nuestra situación y esperar un mañana mejor. Y todos los tutores  deben tener ese optimismo, porque los tutores pueden decir sinceramente que trabajan para que las cosas sean mejores.

Cuando pasado mucho tiempo, algún padre te agradece lo que has hecho por su hijo años atrás, la sensación que te queda es muy gratificante.

El trabajo del tutor no solo queda en saber ayudar al alumno, sino también en saber ayudar a las familias. Los padres necesitan mucha orientación en la formación y educación de sus hijos. Hay veces en que  un padre o una madre no saben cómo actuar en un momento determinado en la educación de su hijo, y se pierde la confianza, aumenta la distancia y empiezan los problemas de relación. 

Los padres a veces olvidamos que también fuimos adolescentes, y que la mayoría de las situaciones que viven ellos son una novedad, que van abriendo puertas, y que muchas veces se van a equivocar.

A los padres les suelo aconsejar lo siguiente. Siéntense con sus hijos, dejen que hablen y simplemente escuchen lo que les tienen que decir. Se sorprenderían. 



“Si te quieres ganar la amistad del educando, dile sus verdades, te ganarás su amistad para toda su vida……pero ayúdale en sus verdades.” (D. Félix Benito, Director Académico Colegio Unamuno)