Hay personas que trabajan
para transformarse a sí mismos. Sin embargo, en el día a día hacemos nuestro
arte para transformar a otros. Buscamos hacerlos más felices, más comprendidos
y nos sentimos verdaderamente útiles.
El trabajo del tutor es
muy intenso, que debemos hacer con mucho optimismo. Los tutores tenemos la
posibilidad de mejorar las cosas, de hacer que las personas cambien poco a
poco, de ayudar a construir los pilares de buenos alumnos para el futuro.
El optimismo es el rasgo
más importante del ser humano, porque nos permite desarrollar nuestras ideas,
mejorar nuestra situación y esperar un mañana mejor. Y todos los tutores
deben tener ese optimismo, porque los tutores pueden decir sinceramente
que trabajan para que las cosas sean mejores.
Cuando pasado mucho
tiempo, algún padre te agradece lo que has hecho por su hijo años atrás, la
sensación que te queda es muy gratificante.
El trabajo del tutor no
solo queda en saber ayudar al alumno, sino también en saber ayudar a las
familias. Los padres necesitan mucha orientación en la formación y educación de
sus hijos. Hay veces en que un padre o una madre no saben cómo actuar en
un momento determinado en la educación de su hijo, y se pierde la confianza, aumenta
la distancia y empiezan los problemas de relación.
Los padres a veces
olvidamos que también fuimos adolescentes, y que la mayoría de las situaciones
que viven ellos son una novedad, que van abriendo puertas, y que muchas veces
se van a equivocar.
A los padres les suelo
aconsejar lo siguiente. Siéntense con sus hijos, dejen que hablen y simplemente
escuchen lo que les tienen que decir. Se sorprenderían.
“Si te quieres ganar la
amistad del educando, dile sus verdades, te ganarás su amistad para toda su
vida……pero ayúdale en sus verdades.” (D. Félix Benito, Director
Académico Colegio Unamuno)