ESTILO DE LA PRÁCTICA DOCENTE EN EL COLEGIO UNAMUNO
- El alumno es, ante todo, un ser humano que necesita respeto, afecto y comprensión (mucho más que nuestros conocimientos). Procuremos hacerlo sentir valioso e importante por algo y darle un voto de confianza como recurso para hacerlo aprender las lecciones.
- No debemos olvidar que cada alumno es un ser único e irrepetible y aunque su conducta deje en momentos puntuales mucho que desear, dejémosle siempre una puerta abierta a la esperanza. No les descalifiquemos, no les pongamos etiquetas, no hagamos profecías (sobre todo en público) sobre su “futuro de miseria”. Ofrezcámosle siempre una visión lo más positiva posible sobre su futuro y sobre sí mismo.
- Valoremos los esfuerzos de los alumnos, sus pequeños logros y demostrémosle que nos importan.
- Debemos fomentar la generación de situaciones en las que el alumno que nos preocupe nos pueda demostrar que ese día ha estudiado más o ha trabajado bien.
- Cuando veamos que en un alumno desciende su interés, su capacidad de atención, concentración y esfuerzo y no sepamos la causa, debemos dedicarle unos minutos de nuestro tiempo para hablar con él y ponernos a su disposición para ayudarle.
- Debemos procurar que nuestros alumnos se sientan en clase útil para los demás fomentando el trabajo en equipo en un clima colaborativo en el aula. Debemos ir haciendo del aprendizaje una tarea común y que los alumnos sientan sobre sí el empuje afectuoso y cálido de los compañeros de su grupo que le invitan a superarse.
- No debemos perder de vista a los alumnos más tímidos a los que debemos tratar de ayudar a integrarse en grupos de trabajo. Debemos procurar que la clase sea siempre un lugar donde todos se respeten, valoren y ayuden.
- El profesor educa más por lo que hace, por su conducta y ejemplo que por lo que dice. No hay nada más contraproducente que exigir respeto si no se respeta, exigir puntualidad si no se es puntual, exigir trabajo si nos retrasamos considerablemente en corregir los exámenes….
- Seamos un generador permanente de ilusión y entusiasmo. Si lo somos se lo contagiaremos a los alumnos e iremos consiguiendo que el aula se convierta en un lugar donde se puede disfrutar aprendiendo.