Desde unos años hasta nuestros días, la relación entre padres e hijos ha cambiado. Si volvemos la vista atrás, en el seno familiar, todos sus miembros contaban con unos sólidos valores, cimentados en una mayor estabilidad emocional, con menos estrés, con una relación más estrecha entre todos los miembros de la familia.
Actualmente, bien es cierto que nos movemos en unos niveles de mejor formación y educación, pero sin embargo cimentados en una débil estructura, con problemas reales que afectan la estabilidad de la familia lo cual se transmite de padres a hijos y finalmente perdemos al educando.
La colaboración entre padres, Institución, profesorado y educadores debe ser intensa y constante, dentro de un marco de confianza que permita todo tipo de interrelaciones personales de afecto, ayuda, orientación que modifican la forma en que se comportan todos sus miembros.
En una familia todos educan y son educados.