El primer factor, es la capacidad que su hijo tenga de
entender, comprender, analizar y poner en práctica los conocimientos de la
forma más autónoma o independiente posible. Este factor depende de la propia
naturaleza de la persona, desde pequeños podemos observar si nuestro hijo es capaz
de comprender y aprender ideas o conceptos que intentamos explicarles o
simplemente mostrarle con ejemplos. En el colegio ocurre lo mismo. Desde edades
en la etapa de la enseñanza primaria, y sobre todo, en la etapa de secundaria
podemos observar si el alumno tiene una buena capacidad de comprensión. Si esto
es así, es probable que tenga éxito escolar en el futuro.
Pero el segundo factor, más importante que el primero, es
la disposición que tiene el alumno de realizar un esfuerzo y
sacrificio para aprender a estudiar desde edades más tempranas. Esto es la aptitud de que el propio alumno pueda desarrollar un hábito de
estudio y que lo vea de forma natural.
Si somos capaces, los padres, de inculcar este hábito
diario, y de reconocer el esfuerzo de nuestros hijos, el éxito estará
asegurado. Sin embargo, también el trabajo de los profesores y maestros desde
las escuelas y colegios es fundamental. Nuestra labor no solo es la de
transmitir conocimientos, formarlos como personas, enseñarles unos buenos hábitos de actitud y
comportamiento, sino también la de motivarlos para que desde pequeños entiendan
que el esfuerzo merece la pena.