
Cuando un alumno es capaz de autorealizarse, adquiere creatividad, espontaneidad, es capaz de resolver problemas y si además se lo reconocemos, dándole seguridad en sus actos, estamos en la línea de conseguir esa motivación como elemento fundamental a la hora de enseñar.

La motivación es aquella actitud interna y positiva frente al nuevo aprendizaje, es lo que mueve al sujeto a aprender, es por tanto un proceso que se realiza desde el interior del alumno.
Para obtener un resultado de buena calidad, debemos saber que en el proceso enseñanza aprendizaje influyen múltiples factores para el éxito o fracaso del mismo. El maestro debe ser el líder, propiciar sentimientos de superación en el alumno, de valor personal, debemos proveer un ambiente óptimo en clase basado en la confianza y respeto mutuo entre profesor y alumno.
Por ello, en el estilo de la práctica docente en el Colegio Unamuno no debemos olvidar que cada alumno es un ser único e irrepetible y aunque su conducta deje en momentos puntuales mucho que desear, dejémosle siempre una puerta abierta a la esperanza.
No les descalifiquemos, no les pongamos etiquetas, no hagamos profecías (sobre todo en público) sobre su “futuro de miseria”. Ofrezcámosle siempre una visión lo más positiva posible sobre su futuro y sobre sí mismo.
“La motivación nos impulsa a comenzar, el hábito nos permite continuar.” (Jim Ryun)